Adriana Agudo Vicci/Asturias/Especial Bienhallados Psicóloga del grupo CIEG www.grupocieg.org
Se produce con frecuencia una percepción un poco extraña en quienes han regresado a su país de origen después de una larga temporada fuera.
Esa percepción consiste en detectar que las cosas que antes eran rutinarias para ti, ya no lo son tanto. Extrañas en tus amigos y familia, algunas formas, expresiones, costumbres y rutinas; además, lógicamente, percibes esos cambios físicos que se han producido en tu ciudad.
Hasta que poco a poco te vas adaptando a ellos y a todo.
Te adaptaste e integraste a un nuevo lenguaje, conductas y horarios en un lugar diferente
Los primeros meses de tu estadía en el exterior se caracterizaron por un proceso de adaptación -aunque para algunos haya sido un proceso largo y complicado- en el que poco a poco, ibas asimilando unas rutinas que no se parecían a las vividas hasta ese momento por ti. Te adaptaste a expresiones lingüísticas, conductas, e inclusive horarios que no eran conocidos.
De manera que lo propio se fue “archivando” para dejar espacio a las nuevas formas.
Y ahora, después de unos largos meses, te toca “aparcar” lo aprendido para volver a lo tuyo, a aquello con lo que te sientes identificado, a aquellas costumbres con las que creciste, a esas expresiones que en el nuevo país debías cuidar porque simplemente no te entendían. Ahora, vuelves a lo conocido.
Si bien la integración a esas costumbres desconocidas por ti, se produjo con interés, alguna dificultad y muchas ganas de aprender, la vuelta a tu país es diferente. Te llena de alegría, ilusión y mucho amor. No ves el momento de estar allí con los tuyos y en lo tuyo.
Hasta que al fin llegas y notas que mucho de lo que dejaste, ha cambiado. Desde que te fuiste la vida allí continuó, porque todo evoluciona, incluyendo a tus más allegados.
En esos primeros momentos te surge una pequeñísima alerta, sin querer admitirlo por completo, que parece decirte que no eres de aquí. Por otra parte, tu gente nota que comparas, que te expresas diferente y que algunas cosas que para ellos son del día tras día, a ti te sorprenden.
Ese no ser de aquí ni de allá, es simplemente una experiencia más y nos ocurre a todos. Lo que es muy bueno porque somos, en esencia, emociones, y porque estamos permanentemente en un constante aprendizaje y en una permanente adaptación.
¿Cómo te sientes cuando eso ocurre? Es muy probable que descubras cierto desconcierto, un poco de nostalgia, extrañeza y a veces, decepción. ¿Te pasa así?
No te extrañe que puedas llegar a sentir añoranza por tu lugar de acogida, y te veas balanceando esa añoranza con la nostalgia y la alegría de estar de visita en tu país.
Aquí ratificas: es como si no soy de aquí ni de allá.
Si viviste esa sensación al regresar a tu país ¿cuánto tiempo estuviste fuera? ¡Seguro que lo recuerdas!
Tu gente seguirá siendo la misma, es tu espacio seguro en una vida llena de cambios.
Lo importante es destacar que a pesar de algunos cambios que pudieras detectar que tu familia y amigos, tus afectos, tu compañía, siguen siendo ese espacio seguro, aunque tú te muevas por otros mundos.
Y si les preguntas, te responderán que nada ha cambiado.
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