Viene a la librería madrileña Los Pequeños Seres (Ribera de Curtidores, 19) el maestro Dalio Guerra, mejor conocido como El Ruiseñor de las Américas; y por Venezuela, el escritor Daniel Centeno, con la complicidad del profesor Carlos Sandoval. La cita es el 26 de mayo a las 7:30 de la noche
Por Sebastián de la Nuez/Especial, España
En realidad, el mentado Ruiseñor de las Américas no es sino la invención de quien ha escrito La vida alegre (Alfaguara/Penguin Random House, 2021), el propio Daniel Centeno Maldonado. Se trata de una historia febril y catárticamente risueña ‒un poco tragicómica, en realidad‒ sobre dos perdedores que llevan la música, los mitos y el desgarro en la sangre, bacilos muy propios del ser caribeño.
Con esta novela, Centeno Maldonado pone distancia frente a la corriente literaria predominante en la diáspora: la sociografía de la tragedia nacional y el gigantesco balde de nostalgia que ha traído consigo.
Tras las huellas del inquieto anacobero, se cuenta la peripecia de dos trasnochados que se cruzan en el aeropuerto, el Quijote Dalio ‒suspirando por glorias pretéritas‒ y quien será su fiel escudero, el joven rockero Policarpo. El libro apuesta por la risa y se detiene en el desparpajo, la desmesura y el dibujo a plumilla de escenas que no se dan en ninguna otra parte como se dan en esos lugares donde por tanto tiempo reinaron las cocolas haciendo sonar a Daniel Santos.
Ha tenido éxito en México, en Venezuela y dentro de los públicos latinos de Estados Unidos y Canadá. Ahora se presenta en España.
De modo que la noche del 26 de mayo será cálida, algo sonará al fondo y conversa sustanciosa. También de la otra.
Daniel Centeno es melómano: en su lista de Spotify hay toneladas de guitarras eléctricas, pero también ecos de alguna taguara del oriente ‒tal vez Barcelona o Puerto La Cruz, tal vez Cumaná‒ en plena decadencia de los 80. También sabe de peleas de gallos, juegos de azar, apariciones virginales y personajes que representan a todo un pueblo, o a toda una estirpe. Nadie como él para retratar, entrevistar o dibujar con palabras a los hombres que han debido estar en el momento preciso en el lugar oportuno pero no estuvieron: bien porque alguien más astuto o más vil se les adelantó, bien por simple mala suerte, bien por despiste o por arrebatados de amor en vano. Por lo que fuese.
A veces, no ha podido retratar ni entrevistar ni dibujar con palabras a esos atrabiliarios que llegaron tarde o vienen de regreso sin haber llegado nunca. En esos casos, se los inventa: los construye con los pedazos sueltos de otros que sí ha entrevistado o que, al menos, ha conocido y sobre todo escuchado, tomando nota, que para eso es periodista.
De todos estos personajes, con su cartografía de querencias como mapa, hablará Daniel con un amigo que ha seguido su pista ascendente desde Caracas a Houston pasando por Madrid y El Paso: Carlos Sandoval, el historiógrafo de la literatura venezolana, el profesor de Letras en la UCV. Sergio Ramírez, el autor nicaragüense de Adiós, muchachos y otros relatos y novelas que han cruzado los océanos, ha dicho de La vida alegre que, al leerla, le ha recordado uno de los deberes santos de la literatura: hacer reír. A esto último ha respondido el autor: «Supongo que no hice otra cosa que invocar el ADN de los orientales venezolanos».
De modo que la cita será el 26 de mayo a las 7:30 de la tarde en Los Pequeños Seres, una velada para conversar.
DATOS ADICIONALES SOBRE EL AUTOR
Daniel ha publicado los libros de ensayo, creación y perfil Postmodernidad en el cine (Premio Carlos Eduardo Frías/Ediciones de la Fundación Carlos Eduardo Frías, 1999), Periodismo a ras del boom
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